
Por
otra parte, es importante señalar que, el apóstol Pablo nos dice que: Por nada
estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego,
con acción de gracias. Y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento,
guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús (Filipenses
4:6-7). El señor nos indica en sus palabas: "Y al orar, no charléis mucho,
como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No
seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de
pedírselo" (Mateo 6: 5-8). Es
importante señalar que, no son las tantas palabras que, harán obtener una
respuesta a nuestra suplicas, sino, es el amor y la misericordia de Dios que,
se dejan encontrar por un corazón sencillo. Por otro lado, cabe señalar
que, la oración no es una barita mágica, que cuando queremos, podemos lograr un
milagro de Dios. Debemos recordar que, en la oración del padre nuestro el señor
nos dice: "Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los
cielos, santificado sea tu Nombre; venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la
tierra como en el cielo" (Mateo
6: 9-10). Tenemos que tener presente que, cuando oramos debemos sujetarnos,
a la voluntad de Dios.
Además, cabe señalar que, debemos de implorar siempre,
la misericordia de Dios, ya que, Dios dijo en sus palabras: "Así habla el
Señor, el que creó la tierra, dándole forma y estabilidad; el Señor es su
nombre. Llámame y te responderé, te comunicaré cosas grandes y ocultas, que tú
desconoces" (Jeremías 33; 2-3). "Yo os digo: Pedid y se os dará;
buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el
que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre hay entre vosotros
que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra; o, si
pide un huevo, ¿le da un escorpión? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis
dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el
Espíritu Santo a los que se lo pidan!" (Lucas 11; 9-13). Cabe indicar que, debemos orar
sin desanimarnos, ya que, en sus palabras nos dice Jesús que: “En una
ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaba la gente. En la misma
ciudad había también una viuda que acudía a él para decirle: Hazme justicia
contra mi adversario. Durante bastante tiempo el juez no le hizo caso, pero al
final pensó: Es cierto que no temo a Dios y no me importa la gente, pero esta
viuda ya me molesta tanto que le voy a hacer justicia; de lo contrario acabará
rompiéndome la cabeza. Y el Señor dijo: ¿Se han fijado en las palabras de este
juez malo? ¿Acaso Dios no hará justicia a sus elegidos, si claman a él día y
noche, mientras él deja que esperen? Yo les aseguro que les hará justicia, y lo
hará pronto. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe sobre la
tierra?" (Lucas 18; 1-8). Aquí
el señor nos muestra que, debemos de perseverar en la oración, ya que, muchas
veces oramos un tiempo por algo, y como no vemos respuesta, dejamos la oración.
Es importante señalar que, a través de la oración el alma se arma para
enfrentar cualquier batalla. En cualquier condición en que se encuentre un
alma, debe orar. (Diario Sor Faustina 146). Pidamos al buen Dios la gracia
de una vida de oración, es decir; de comunión con él, y de perseverancia en la
misma, todo sea para la gloria de Dios. Amén
Referencias
Bibliográficas:
Biblia
De Jerusalén
Biblia
Latinoamericana
Catecismo
De La Iglesia Católica
Diario
De Santa Faustina Kowalska
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