La Oración


En la vida siempre se presentarán situaciones, y muchas de ellas, casi imposible de resolver, por nuestra propia fuerza, es por ello que, se hace necesario la intervención divina, de un Dios que, es rico en misericordia, y que quiere siempre, lo mejor para sus hijos. Antes dichas situaciones, la mejor arma a la que, debemos recurrir, es la oración, elevar nuestras plegarias, al buen Dios. Es importante indicar que, este vocablo, es decir; oración, está formado del verbo transitivo e intransitivo “orar” y del sufijo “ción” que indica efecto, hecho o acción de, también viene del latín “oratĭo” que quiere decir lenguaje o discurso. También, es importante señalar que, la oración como don de Dios, donde, en el catecismo de la iglesia católica, se nos dice que, “La oración es la elevación del alma a Dios o la petición a Dios de bienes convenientes” (San Juan Damasceno, Expositio fidei, 68 [De fide orthodoxa 3, 24]). ¿Desde dónde hablamos cuando oramos? ¿Desde la altura de nuestro orgullo y de nuestra propia voluntad, o desde “lo más profundo” (Sal 130, 1) de un corazón humilde y contrito? El que se humilla es ensalzado (cf Lc 18, 9-14). La humildad es la base de la oración. “Nosotros no sabemos pedir como conviene” (Rm 8, 26). La humildad es una disposición necesaria para recibir gratuitamente el don de la oración: el hombre es un mendigo de Dios (San Agustín, Sermon 56, 6, 9) (#2559).

Por otra parte, es importante señalar que, el apóstol Pablo nos dice que: Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús (Filipenses 4:6-7). El señor nos indica en sus palabas: "Y al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo" (Mateo 6: 5-8). Es importante señalar que, no son las tantas palabras que, harán obtener una respuesta a nuestra suplicas, sino, es el amor y la misericordia de Dios que, se dejan encontrar por un corazón sencillo. Por otro lado, cabe señalar que, la oración no es una barita mágica, que cuando queremos, podemos lograr un milagro de Dios. Debemos recordar que, en la oración del padre nuestro el señor nos dice: "Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo" (Mateo 6: 9-10). Tenemos que tener presente que, cuando oramos debemos sujetarnos, a la voluntad de Dios.

 Además, cabe señalar que, debemos de implorar siempre, la misericordia de Dios, ya que, Dios dijo en sus palabras: "Así habla el Señor, el que creó la tierra, dándole forma y estabilidad; el Señor es su nombre. Llámame y te responderé, te comunicaré cosas grandes y ocultas, que tú desconoces" (Jeremías 33; 2-3). "Yo os digo: Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra; o, si pide un huevo, ¿le da un escorpión? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!" (Lucas 11; 9-13). Cabe indicar que, debemos orar sin desanimarnos, ya que, en sus palabras nos dice Jesús que: “En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaba la gente. En la misma ciudad había también una viuda que acudía a él para decirle: Hazme justicia contra mi adversario. Durante bastante tiempo el juez no le hizo caso, pero al final pensó: Es cierto que no temo a Dios y no me importa la gente, pero esta viuda ya me molesta tanto que le voy a hacer justicia; de lo contrario acabará rompiéndome la cabeza. Y el Señor dijo: ¿Se han fijado en las palabras de este juez malo? ¿Acaso Dios no hará justicia a sus elegidos, si claman a él día y noche, mientras él deja que esperen? Yo les aseguro que les hará justicia, y lo hará pronto. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?" (Lucas 18; 1-8). Aquí el señor nos muestra que, debemos de perseverar en la oración, ya que, muchas veces oramos un tiempo por algo, y como no vemos respuesta, dejamos la oración. Es importante señalar que, a través de la oración el alma se arma para enfrentar cualquier batalla. En cualquier condición en que se encuentre un alma, debe orar. (Diario Sor Faustina 146). Pidamos al buen Dios la gracia de una vida de oración, es decir; de comunión con él, y de perseverancia en la misma, todo sea para la gloria de Dios. Amén

 Referencias Bibliográficas:

Biblia De Jerusalén
Biblia Latinoamericana
Catecismo De La Iglesia Católica
Diario De Santa Faustina Kowalska


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