El ser
humano nunca ha podido comprender el misterio de la muerte, es decir; la separación
de un ser querido, desde el punto de vista de la razón o lógica humana, ya que,
el mismo, solo se puede comprender, desde la perspectiva de la fe, porque,
desde un principio el hombre (llámese hombre o mujer), fue creado para vivir para siempre y ser feliz, ese era el propósito del padre celestial para con nosotros,
y el mismo, se vio afectado, por la desobediencia de Adán y Eva en el jardín del
Edén. Pero Dios en su infinita misericordia, a través de su hijo Jesús, nos
regala, la esperanza de la resurrección y la vida, ya que el mismo Jesús, a través
de sus palabras nos dice: "Yo soy la resurrección (y la vida). El que cree
en mí, aunque muera, vivirá" (San Juan, 11; 25). El término «resurrección» [del sustantivo
latino resurrectĭo, -ōnis; derivado del verbo resurgo (resurrexi, resurrectum -3.ª
declinación): levantarse, alzarse, resurgir, renacer] hace referencia a la
acción de resucitar, de dar nuevo ser o nueva vida. La resurrección constituye
un símbolo de la trascendencia. Es importante indicar que, el catecismo de
nuestra iglesia católica nos dice: ¿Qué es resucitar? En la
muerte, separación del alma y el cuerpo, el cuerpo del hombre cae en la
corrupción, mientras que su alma va al encuentro con Dios, en espera de
reunirse con su cuerpo glorificado. Dios en su omnipotencia dará
definitivamente a nuestros cuerpos la vida incorruptible uniéndolos a nuestras
almas, por la virtud de la Resurrección de Jesús, (997).
También,
es importante indicar que, el Credo cristiano profesión de nuestra fe en Dios Padre,
Hijo y Espíritu Santo, y en su acción creadora, salvadora y santificadora
culmina en la proclamación de la resurrección de los muertos al fin de los
tiempos, y en la vida eterna, (988).
Creer en la resurrección de los muertos ha sido desde sus comienzos un elemento
esencial de la fe cristiana. "La resurrección de los muertos es esperanza
de los cristianos; somos cristianos por creer en ella" (Tertuliano, De
resurrectione mortuorum 1, 1): «¿Cómo andan diciendo algunos entre
vosotros que no hay resurrección de muertos? Si no hay resurrección de muertos,
tampoco Cristo resucitó. Y si no resucitó Cristo, vana es nuestra predicación,
vana también vuestra fe [...] ¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos
como primicias de los que durmieron» (1 Co 15, 12-14. 20), (991). Por otra parte, es importante
indicar que, Jesús a través de sus santas palabras nos dice: "En verdad, en verdad os digo: si alguno
guarda mi Palabra, no verá la muerte jamás" (Juan, 8;51). Cabe
señalar que, la obediencia a la palabra de Dios es, fuente de vida y salvación para
los que, las reciben, creen y la viven, ya que el apóstol San Juan nos dice: y
saldrán los que hayan hecho el bien para una resurrección de vida, y los que
hayan hecho el mal, para una resurrección de juicio, (Juan 5, 29).
Por otro lado, cabe indicar que, el catecismo también nos dice: pero hay más: Jesús liga la fe en la resurrección a la fe en su propia persona: "Yo soy la resurrección y la vida" (Jn 11, 25). Es el mismo Jesús el que resucitará en el último día a quienes hayan creído en Él (cf. Jn 5, 24-25; 6, 40) y hayan comido su cuerpo y bebido su sangre (cf. Jn 6, 54). En su vida pública ofrece ya un signo y una prenda de la resurrección devolviendo la vida a algunos muertos (cf. Mc 5, 21-42; Lc 7, 11-17; Jn 11), anunciando así su propia Resurrección que, no obstante, será de otro orden. De este acontecimiento único, Él habla como del "signo de Jonás" (Mt 12, 39), del signo del Templo (cf. Jn 2, 19-22): anuncia su Resurrección al tercer día después de su muerte (cf. Mc 10, 34), (994). La esperanza cristiana en la resurrección está totalmente marcada por los encuentros con Cristo resucitado. Nosotros resucitaremos como Él, con Él, por Él, (994). Que nuestro señor Jesucristo por su muerte y resurrección nos concedas la gracia de recibir, creer, pero sobretodo vivir sus santas palabras, ya que son fuentes de vidas y salvación para cada uno de nosotros, de mantener la esperanza de la resurrección, y así poder obtener la gracia de la resurrección el ultimo día. Amén
Biblia De Jerusalén
Biblia Latinoamericana
Catecismo De La Iglesia Católica
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