La Eucaristía


Es importante señalar que, la santa eucaristía, es decir; la santa misa, es un momento muy especial y sublime, en el que, nuestro señor Jesucristo se hace presente y real, en el sacramento del altar, es el memorial, en el cual, recordamos la ultima cena de nuestro señor con sus discípulos, donde Jesús bendice y comparte el pan y el vino en memoria suya, el evangelista nos dice que: "Durante la cena Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio, diciendo: "Tomad, esto es mi cuerpo". Después tomó un cáliz, dio gracias, se lo pasó a ellos y bebieron de él todos. Y les dijo: "Ésta es mi sangre, la sangre de la alianza, que será derramada por todos." "Os aseguro que ya no beberé más de este fruto de la vid hasta el día en que beba un vino nuevo en el reino de Dios," (Marcos,14; 22-25), ya no es, pan y vino, sino su cuerpo y su sangre. Es por ello que, celebramos la solemnidad de Corpus Christi, en memoria de este momento. Cabe indicar que, la Eucaristía es la consagración del pan en el Cuerpo de Cristo y del vino en su Sangre que renueva mística y sacramentalmente el sacrificio de Jesucristo en la Cruz. La Eucaristía es Jesús real y personalmente presente en el pan y el vino que el sacerdote consagra. Según el catecismo de nuestra iglesia católica nos dice: La Sagrada Eucaristía culmina la iniciación cristiana. Los que han sido elevados a la dignidad del sacerdocio real por el Bautismo y configurados más profundamente con Cristo por la Confirmación, participan por medio de la Eucaristía con toda la comunidad en el sacrificio mismo del Señor, (1322). "Nuestro Salvador, en la última Cena, la noche en que fue entregado, instituyó el Sacrificio Eucarístico de su cuerpo y su sangre para perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz y confiar así a su Esposa amada, la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección, sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de amor, banquete pascual en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria futura" (SC 47), (1323). 

También, es importante indicar que, la riqueza inagotable de este sacramento se expresa mediante los distintos nombres que se le da. Cada uno de estos nombres evoca alguno de sus aspectos. Se le llama: Eucaristía porque es acción de gracias a Dios. Las palabras eucharistein (Lc 22,19; 1 Co11,24) y eulogein (Mt 26,26; Mc 14,22) recuerdan las bendiciones judías que proclaman sobre todo durante la comida las obras de Dios: la creación, la redención y la santificación, (1328). Banquete del Señor (cf 1 Co 11,20) porque se trata de la Cena que el Señor celebró con sus discípulos la víspera de su pasión y de la anticipación del banquete de bodas del Cordero (cf Ap 19,9) en la Jerusalén celestial, (1329).  Memorial de la pasión y de la resurrección del Señor, (1331). Santo Sacrificio, porque actualiza el único sacrificio de Cristo Salvador e incluye la ofrenda de la Iglesia; o también Santo Sacrificio de la Misa"sacrificio de alabanza" (Hch 13,15; cfSal 116, 13.17), sacrificio espiritual (cf 1 P 2,5), sacrificio puro (cf Ml 1,11) y santo, puesto que completa y supera todos los sacrificios de la Antigua Alianza. Comunión, porque por este sacramento nos unimos a Cristo que nos hace partícipes de su Cuerpo y de su Sangre para formar un solo cuerpo (cf 1 Co 10,16-17); se la llama también las cosas santas [ta hagiasancta] (Constitutiones apostolicae 8, 13, 12; Didaché 9,5; 10,6) es el sentido primero de la "comunión de los santos" de que habla el Símbolo de los Apóstoles, pan de los ángelespan del cielomedicina de inmortalidad (San Ignacio de Antioquía, Epistula ad Ephsios, 20,2), viático... (1331).

 Por otra parte, es importante indicar que, el catecismo de nuestra iglesia nos dice: En el corazón de la celebración de la Eucaristía se encuentran el pan y el vino que, por las palabras de Cristo y por la invocación del Espíritu Santo, se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Fiel a la orden del Señor, la Iglesia continúa haciendo, en memoria de Él, hasta su retorno glorioso, lo que Él hizo la víspera de su pasión: "Tomó pan...", "tomó el cáliz lleno de vino...". Al convertirse misteriosamente en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, los signos del pan y del vino siguen significando también la bondad de la creación. Así, en el ofertorio, damos gracias al Creador por el pan y el vino (cf Sal 104,13-15), fruto "del trabajo del hombre", pero antes, "fruto de la tierra" y "de la vid", dones del Creador. La Iglesia ve en el gesto de Melquisedec, rey y sacerdote, que "ofreció pan y vino" (Gn 14,18), una prefiguración de su propia ofrenda (cf Plegaria Eucaristía I o Canon Romano, 95; Misal Roano), (1333). Además, es importante señalar que, por la Sucesión Apostólica, nuestros Obispos tienen el poder servicial de consagrar el pan y el vino, y Jesús actuando en ellos transforma esas especies en su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en su estado actual, es decir, Resucitado, dador de Vida en Abundancia y de Poder en el Espíritu. A esta transformación se la llama transubstanciación (CEC 1375-1376): Cambia la substancia del pan, que no es ya más pan, sino el Cuerpo Resucitado de Jesús, y lo mismo con el vino. Permanecen lo que filosóficamente se llaman los accidentes: el color del pan, su gusto, su aroma, su rugosidad al tacto, su sonido cuando lo partimos. Pero no su substancia, que es ya el Cuerpo del Señor. Pidamos a nuestro padre de amor y misericordia la gracia de vivir una vida de comunión con él, a través de la santa eucaristía. Amén

Referencias Bibliográficas: 
Santa Biblia
Biblia De Jerusalén
Catecismo De La Iglesia Católica
Catholic.net, Corpus Christi

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