Hay Poder En La Preciosa Sangre De Cristo


Desde los antiguos profetas la sangre es, considerada como un símbolo de purificación y liberación, ya que, se utilizaba la sangre de un animal, en buena condición y sin defectos para el sacrificio del altar, pero Dios, en su misterio de amor y misericordia que, no logramos comprender, desde la lógica humana, sino, solo, a través de la fe, ofrece a su único hijo, como verdadera ofrenda de sacrificio, pero sobretodo de amor y misericordia, por la redención de nuestros pecados y, por nuestra salvación. Es importante indicar que, el profeta Isaías nos dice: "y eran nuestras faltas por las que era destruido nuestros pecados, por los que era aplastado. El soportó el castigo que nos trae la paz y por sus llagas hemos sido sanados."  (Isaías 53; 5). Según el catecismo de la iglesia católica nos dice: En el corazón de la celebración de la Eucaristía se encuentran el pan y el vino que, por las palabras de Cristo y por la invocación del Espíritu Santo, se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Fiel a la orden del Señor, la Iglesia continúa haciendo, en memoria de Él, hasta su retorno glorioso, lo que Él hizo la víspera de su pasión: "Tomó pan...", "tomó el cáliz lleno de vino...". Al convertirse misteriosamente en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, los signos del pan y del vino siguen significando también la bondad de la creación. Así, en el ofertorio, damos gracias al Creador por el pan y el vino (cf Sal 104,13-15), fruto "del trabajo del hombre", pero antes, "fruto de la tierra" y "de la vid", dones del Creador. La Iglesia ve en el gesto de Melquisedec, rey y sacerdote, que "ofreció pan y vino" (Gn 14,18), una prefiguración de su propia ofrenda (cf Plegaria Eucaristía I o Canon Romano, 95; Misal Romano), (1333).. 

También, es importante indicar que, la sangre es un símbolo de protección, ya que, Dios protege a su pueblo Israel, en un momento dado del mal que, alcanzaría a los egipcios, al sellar las casas untando un poco de sangre del sacrificio. La santa palabra nos dice: "Tomaréis un manojo de hisopo, lo mojaréis en la sangre que está en la vasija y untaréis el dintel y las dos jambas con la sangre de la vasija; y ninguno de vosotros saldrá de la puerta de su casa hasta la mañana. "Yahveh pasará y herirá a los egipcios, pero al ver la sangre en el dintel y en las dos jambas, Yahveh pasará de largo por aquella puerta y no permitirá que el Exterminador entre en vuestras casas para herir. (Éxodo 12, 22-23). Por otra parte, cabe señalar que, la sangre no solo se utilizaba como símbolo de protección, sino, que se utilizaba también, para la consagración del sacerdote y sus hijos, y sus vestiduras, donde la palabra nos dice: "Tomarás luego sangre de la que está sobre el altar, y óleo de la unción, para rociar a Aarón y sus vestiduras, a sus hijos y las vestiduras de sus hijos juntamente con él. Así quedará consagrado él y sus vestiduras y con él sus hijos y las vestiduras de sus hijos. (Éxodo 29, 21)." Cabe indicar que, en este tiempo, no sacrificamos animales para ofrecer, como ofrenda, porque el sacrificio más grande y que será para siempre es, la muerte y resurrección de nuestro señor Jesucristo, en la cruz del calvario. Por ello, reconocemos que, hay poder al mencionar la sangre de Cristo, y por fe creemos que, en el sacramento del altar, en el momento de la consagración del pan y el vino, Jesús se hace presente, vivo y real, que ya no es, pan y vino, sino, su carne y su sangre. 

Por otro lado, es importante indicar que, en este tiempo más que nunca debemos hacer la oración de consagración a la sangre de Cristo a diario, orar por sanación y liberación a través de ella, y pedir siempre su presencia en nuestras vidas, ya que, cada día mas la maldad va en aumento, como dice la santa palabra, y somos más vulnerables al mal. Es importante recordar, aquellas palabras del apóstol san Pablo, donde nos dice: "Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas. Por eso, tomad las armas de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y después de haber vencido todo, manteneros firmes. ¡En pie!, pues; ceñida vuestra cintura con la Verdad y revestidos de la Justicia como coraza, calzados los pies con el Celo por el Evangelio de la paz, embrazando siempre el escudo de la Fe, para que podáis apagar con él todos los encendidos dardos del Maligno. Tomad, también, el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios; siempre en oración y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con perseverancia e intercediendo por todos los santos," (Efesios 6;12-18). Además, cabe indicar, la importancia de orar pidiendo la presencia de la sangre de Cristo, ya que, las personas son sanadas y liberadas de toda opresión demoniaca, al pedir que, venga sobre ellas, en el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo. Hay poder en el nombre de Jesús, hay poder en su sangre preciosa, ya que, por sus llagas hemos sido sanados. El apóstol San Juan nos dice: “Ellos lo vencieron con la sangre del Cordero y con su palabra y con su testimonio, pues hablaron sin tener miedo a la muerte." (Apocalipsis 12;11). Pidamos al padre de amor y misericordia que, nos protejas de todo mal, a través de la preciosísima sangre de Jesús. Amén

Referencias Bibliográficas:
Biblia De Jerusalén
Biblia Latinoamericana
Catecismo De La Iglesia Católica



  




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