
También, es importante indicar que, la sangre es un símbolo de protección, ya que, Dios protege a su pueblo Israel, en un momento dado del mal que, alcanzaría a los egipcios, al sellar las casas untando un poco de sangre del sacrificio. La santa palabra nos dice: "Tomaréis un manojo de hisopo, lo mojaréis en la sangre que está en la vasija y untaréis el dintel y las dos jambas con la sangre de la vasija; y ninguno de vosotros saldrá de la puerta de su casa hasta la mañana. "Yahveh pasará y herirá a los egipcios, pero al ver la sangre en el dintel y en las dos jambas, Yahveh pasará de largo por aquella puerta y no permitirá que el Exterminador entre en vuestras casas para herir. (Éxodo 12, 22-23). Por otra parte, cabe señalar que, la sangre no solo se utilizaba como símbolo de protección, sino, que se utilizaba también, para la consagración del sacerdote y sus hijos, y sus vestiduras, donde la palabra nos dice: "Tomarás luego sangre de la que está sobre el altar, y óleo de la unción, para rociar a Aarón y sus vestiduras, a sus hijos y las vestiduras de sus hijos juntamente con él. Así quedará consagrado él y sus vestiduras y con él sus hijos y las vestiduras de sus hijos. (Éxodo 29, 21)." Cabe indicar que, en este tiempo, no sacrificamos animales para ofrecer, como ofrenda, porque el sacrificio más grande y que será para siempre es, la muerte y resurrección de nuestro señor Jesucristo, en la cruz del calvario. Por ello, reconocemos que, hay poder al mencionar la sangre de Cristo, y por fe creemos que, en el sacramento del altar, en el momento de la consagración del pan y el vino, Jesús se hace presente, vivo y real, que ya no es, pan y vino, sino, su carne y su sangre.
Por
otro lado, es importante indicar que, en este tiempo más que nunca debemos
hacer la oración de consagración a la sangre de Cristo a diario, orar por sanación
y liberación a través de ella, y pedir siempre su presencia en nuestras vidas,
ya que, cada día mas la maldad va en aumento, como dice la santa palabra, y somos
más vulnerables al mal. Es importante recordar, aquellas palabras del apóstol
san Pablo, donde nos dice: "Porque
nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados,
contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra
los Espíritus del Mal que están en las alturas. Por eso, tomad las armas de
Dios, para que podáis resistir en el día malo, y después de haber vencido todo,
manteneros firmes. ¡En pie!, pues; ceñida vuestra cintura con la Verdad y
revestidos de la Justicia como coraza, calzados los pies con el Celo por el
Evangelio de la paz, embrazando siempre el escudo de la Fe, para que podáis
apagar con él todos los encendidos dardos del Maligno. Tomad, también, el yelmo
de la salvación y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios; siempre en
oración y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con
perseverancia e intercediendo por todos los santos," (Efesios
6;12-18). Además, cabe indicar, la importancia de orar pidiendo la presencia de
la sangre de Cristo, ya que, las personas son sanadas y liberadas de toda opresión
demoniaca, al pedir que, venga sobre ellas, en el nombre del padre, del hijo y del
espíritu santo. Hay poder en el nombre de Jesús, hay poder en su sangre preciosa,
ya que, por sus llagas hemos sido sanados. El apóstol San Juan nos dice: “Ellos
lo vencieron con la sangre del Cordero y con su palabra y con su testimonio,
pues hablaron sin tener miedo a la muerte." (Apocalipsis 12;11). Pidamos
al padre de amor y misericordia que, nos protejas de todo mal, a través de la preciosísima
sangre de Jesús. Amén
Biblia De Jerusalén
Biblia Latinoamericana
Catecismo De La Iglesia Católica
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