Un Encuentro Personal Con Jesús, Transforma

 
Es importante indicar que, durante la vida pública de Jesús podemos observar grandes transformaciones en las vidas de las personas que, tuvieron un encuentro personal con él, personas que experimentaron grandes cambios en sus vidas, es decir; grandes conversiones. Cabe indicar que, la palabra: «La metánoia», palabra griega que significa conversión, es el movimiento interior que surge en toda persona que se encuentra con Cristo. La palabra encuentro hace referencia a la acción y al efecto de encontrar, verbo que se originó en los términos latinos “in” = “en” y “contra” aplicándose a aquellas cosas o seres que coinciden o que se unen, rozan o chocan en un determinado tiempo y espacio; y también al hallazgo de algo. Es importante indicar que, según el catecismo de la iglesia católica, Dios al encuentro del hombre mediante la razón natural, el hombre puede conocer a Dios con certeza a partir de sus obras. Pero existe otro orden de conocimiento que el hombre no puede de ningún modo alcanzar por sus propias fuerzas, el de la Revelación divina (cf. Concilio Vaticano I: DS 3015). Por una decisión enteramente libre, Dios se revela y se da al hombre. Lo hace revelando su misterio, su designio benevolente que estableció desde la eternidad en Cristo en favor de todos los hombres. Revela plenamente su designio enviando a su Hijo amado, nuestro Señor Jesucristo, y al Espíritu Santo, (#50).

También, es importante indicar que, Según San Juan Pablo II nos dice: Un término que, Jesús durante su vida pública ilustrará repetidamente tanto con sus palabras como con sus actos: «Convertíos», en griego «metanoéite», es decir, emprende una «metánoia», un cambio radical de la mente y del corazón. Es necesario dejar a las espaldas el mal y entrar en el reino de justicia, de amor y de verdad, que está comenzando. El encuentro con Cristo cambia la existencia de una persona, como enseña el caso de Zaqueo. Así sucedió también a los pecadores y pecadoras que cruzaron sus caminos con Jesús. Cabe indicar que, en la cruz, tiene lugar un extremo acto de perdón y de esperanza, ofrecido al malhechor, que cumple con su propia «metánoia» cuando llega a la frontera última entre la vida y la muerte y dice a su compañero: «A nosotros se nos hace justicia por lo que hemos hecho» (Lucas 23, 41). Y cuando implora: «Acuérdate de mí cuando estés en tu reino», Jesús responde: «En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso» (cf. Lucas 23, 42-43). De este modo, la misión terrena de Cristo, comenzada con la invitación a convertirse para entrar en el reino de Dios, se concluye con una conversión y la entrada de una persona en su reino.

Por otro lado, cabe señalar que, es imposible tener un encuentro personal con Jesús y seguir siendo la misma persona, ya que, desde ese momento el Espíritu Santo comienza su operación divina, es decir; un proceso de transformación da lugar en las vidas de las personas, y es tan grande el mismo que, logra cambios tan asombrosos en el corazón del hombre, que las cosas que ocupaban el primer lugar en sus vidas, se vuelven secundarias, así como sucedió en la vida de Zaqueo, y así como sucede en la vida de todo aquel que tiene un encuentro personal con Jesús. Además, cabe indicar que, podemos tener mucho conocimiento de Dios, pero hasta que no tenemos un encuentro personal con Jesús, terminaremos diciendo como nos dice Job: "Yo te conocía sólo de oídas; pero ahora te han visto mis ojos," (Job 42;5). Solo un encuentro personal con Jesús produce un cambio significativo, una verdadera transformación, ya que, es estar consciente de la presencia de la persona de Jesús en nuestras vidas, y de lo que, la misma significa. Pidamos al buen Dios la gracia de un encuentro personal con Jesús. Amén

Referencias Bibliográficas:
Biblia De Jerusalén
Biblia Latinoamericana
Catecismo De La Iglesia Católica




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