
También
es importante indicar que, la devoción en sí está dirigida a la persona de
Nuestro Señor Jesucristo y a su amor no correspondido, representado por su
Corazón. Dos, pues son los actos esenciales de esta devoción: amor y
reparación. Amor, por lo mucho que Él nos ama. Reparación y desagravio, por las
muchas injurias que recibe sobre todo en la Sagrada Eucaristía. Cabe mencionar
que, se le apareció en varias ocasiones para decirle lo mucho que la amaba a
ella y a todos los hombres y lo mucho que le dolía a su Corazón que los hombres
se alejaran de Él por el pecado. Durante estas visitas a su alma, Jesús le
pidió que nos enseñara a quererlo más, a tenerle devoción, a rezar y, sobre
todo, a tener un buen comportamiento para que su Corazón no sufra más con
nuestros pecados. El pecado nos aleja de Jesús y esto lo entristece porque Él
quiere que todos lleguemos al Cielo con Él. Nosotros podemos demostrar nuestro
amor al Sagrado Corazón de Jesús con nuestras obras: en esto precisamente
consiste la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Por otra parte, cabe señalar que,
en 1899 el Papa León XIII, consagró el mundo al Sagrado Corazón en el umbral
del nuevo siglo, llamando a este acto, el más grande de su pontificado. Definió
al Sagrado Corazón con “el símbolo y la imagen sensible del amor infinito de
Jesucristo”. El no quiso que nada escapara a la influencia del Sagrado Corazón,
pues consideraba que era el remedio a todos los problemas de la era moderna. El
primer aspecto que debe quedar claro es que el Sagrado Corazón de Cristo es la
fuente de la Divina Misericordia: Por lo tanto, la devoción al Corazón de Jesús
y a la Divina Misericordia son absolutamente inseparables. El señor a través de
santa María Faustina nos dice: “Debes saber, hija mía que mi Corazón es la
misericordia misma. De este mar de misericordia las gracias se derraman sobre
todo el mundo ... Toda gracia de salvación y santificación brota de esta
fuente. Deseo que tu corazón sea la sede de mi misericordia. Deseo que esta
misericordia se derrame sobre todo el mundo a través de tu corazón. Cualquiera
que se acerque a ti, no puede marcharse sin confiar en esta misericordia mía
que tanto deseo para las almas “(Diario # 1777). El centro de la vida espiritual de Santa
Faustina era el Corazón de Jesús, pero enfocado en el amor misericordioso que
brota de su Corazón.
Por
otro lado, es importante indicar que, el siervo de Dios San Juan Pablo II, el
gran apóstol del Corazón Misericordioso de Jesús nos dice que, la devoción al
Sagrado Corazón corresponde más que nunca, a las expectaciones y necesidades
de nuestro tiempo. He hecho hincapié en revelar que los elementos esenciales
de esta devoción pertenecen de una forma perenne a la espiritualidad de la
Iglesia a través de su historia”. (SS. Juan Pablo II, 1987). “Cristo ofrece
su divino y humano Corazón, fuente de reconciliación y principio de nueva
vida en el Espíritu Santo, a todas los hombres y mujeres de hoy que están
sumergidos en un mundo secularizado en el cual corren el peligro de perder el
centro de la gravedad de sus vidas” (S.S. Juan Pablo II, junio 28 de 1998).
Además, nos dice: “Creer en el Hijo crucificado significa creer que el amor
está presente en el mundo y que este amor es más fuerte que toda clase de
mal, en que el hombre, la humanidad, el mundo están metidos. Creer en ese
amor significa creer en la misericordia. pues, es ésta la dimensión
indispensable del amor de su Corazón”. A lo largo de toda la encíclica, el
Santo Padre subraya que la Iglesia, especialmente en nuestros tiempos
modernos, tiene "el derecho y el deber" de "profesar y
proclamar la misericordia de Dios", de "introducirla y
encarnarla" en las vidas de todos y de "invocar la misericordia de
Dios", implorándola para el mundo entero. Cabe indicar que, el señor le
revela a Santa Margarita de Alacoque el Sagrado Corazón, le revela la
profundidad de su amor por los hombres, amor hasta el extremo de dejarse
traspasar, consumir, llegar hasta los mayores sufrimientos. Este amor del
Corazón de Jesús se convierte en misericordia cuando toca al hombre. La
misericordia, es el amor del Corazón de Dios, que toca la miseria, pecado,
fragilidad. Al tocar a los hombres, se convierte en misericordia. Pidamos al
buen Dios la gracia amarle y dejarnos amar por él, siempre. Amén
Referencias
Bibliográficas:
Biblia
De Jerusalén
Catecismo
De La Iglesia Católica
Escrito
De Santa Margarita Alocoque
Encíclica
De La Divina Misericordia: ´´Rico En Misericordia´´ San Juan Pablo II
Diario
De Santa María Faustina Kowalska
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