Llamado


Desde un principio Dios nos has llamados a formar parte de su reino de amor, paz y justicia, al llamarnos nos invita a colaborar en la construcción del mismo. El recibir un llamamiento de Dios significa recibir un nombramiento o invitación de él, o de los líderes debidamente autorizados de su Iglesia, para servirle de una manera particular y especial. Según el apóstol San Pablo nos dice: "De la cual he llegado a ser ministro, conforme a la misión que Dios me concedió en orden a vosotros para dar cumplimiento a la Palabra de Dios, al Misterio escondido desde siglos y generaciones, y manifestado ahora a sus santos," (Colosenses cap. 1: 25-26). Es importante indicar que, durante toda la historia de la salvación podemos observar como Dios llama, y continúa llamando a muchas personas a colaborar en su obra, como lo hizo y continúa haciendo con grandes hombres y mujeres. Un llamado especial a mencionar, es el del apóstol San Pablo. La palabra llamado del verbo activo transitivo. Este vocablo se refiere en intentar, percibir la atención de alguien mediante una voz, gesto, seña o un ruido. Este vocabulario en su etimología es de procedencia latina bajo denominación «clamāre» con la misma acepción. También, es importante indicar que, según el catecismo de la iglesia católica nos dice: "Son fieles cristianos quienes, incorporados a Cristo por el bautismo, se integran en el Pueblo de Dios y, hechos partícipes a su modo por esta razón de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, cada uno según su propia condición, son llamados a desempeñar la misión que Dios encomendó cumplir a la Iglesia en el mundo" (CIC, can. 204, 1; cf. LG 31), (871). "Por su regeneración en Cristo, se da entre todos los fieles una verdadera igualdad en cuanto a la dignidad y acción, en virtud de la cual todos, según su propia condición y oficio, cooperan a la edificación del Cuerpo de Cristo" (CIC can. 208; cf. LG 32), (872).

Por otra parte, es importante indicar que, todos tenemos una vocación por descubrir. Es importante indicar que, el apóstol San Pablo nos dice: "Hay diferentes dones espirituales, pero el Espíritu es el mismo. Hay diversos ministerios, pero el Señor es el mismo. Hay diversidad de obras, pero es el mismo Dios quien obra todo en todos. La manifestación del Espíritu que a cada uno se le da es para provecho común." (1 carta a los Corintios cap. 12; 4-7). Todos somos llamados a cumplir una misión, es decir; que todos tenemos un propósito que, debemos descubrir, y por el cual, estamos aquí en la tierra. Muchas veces resulta difícil encontrarlo, pero con la ayuda de Dios podemos descubrirlo. Todos formamos parte del cuerpo místico de Cristo que es la santa iglesia. Todos estamos llamados a servir. Por otro lado, cabe indicar que, según el papa san Juan Pablo ll nos dice: mientras, en la cultura actual, el que sirve es considerado inferior, en la historia sagrada el siervo es aquel que es llamado por Dios para cumplir una acción particular de salvación y redención, quien sabe que ha recibido todo lo que tiene y por lo tanto se siente también llamado a poner al servicio de los demás todo cuanto ha recibido. En el «siervo Jesús», se redescubre la historia de toda vocación «pensada por el Creador para cada ser humano» y en particular «la historia vocacional de quien es llamado por Él para seguirlo de cerca y llegar así a ser siervo en el ministerio sacerdotal o en la consagración religiosa». Al mismo tiempo, añade, «Jesús, el Siervo y el Señor, es también aquel que llama. Llama a ser como Él, porque sólo en el servicio el ser humano descubre la dignidad propia y la ajena». 

Por otro lado, es importante señalar que, según San Juan Pablo ll nos dice: En el diálogo vocacional entre Dios y el hombre, la libertad de éste es insuprimible, pero es menester reconocer la prioridad de la intervención libre y gratuita de Dios que llama. "La vocación es un don de la gracia divina y nunca un derecho del hombre y, por eso no es posible considerarse el servicio a Dios, como promoción simplemente humana, ni un proyecto humano. El Papa deduce de ello una consecuencia importante: "Aquellos que han sido llamados saben que se basan no en sus propias fuerzas, sino en la fidelidad incondicional de Dios que llama". La misma gracia de Dios anima y alienta la libertad humana para que responda a la vocación. Cabe señalar que, depende de nosotros, decir sí o no al llamado, y no importa la respuesta de nosotros, con respecto a ese llamado e invitación, Dios la respeta, porque Dios busca que, sea una respuesta de amor hacia él, y no por miedo a él. Pidamos al buen Dios la gracia de poder abrir nuestro corazón a la acción de su gracia divina en nosotros, que podamos decir siempre si a su llamado. Amén 
Referencias Bibliográficas:
Biblia De Jerusalén 
Biblia Latinoamericana
Catecismo De La Iglesia Católica




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