El Miércoles De Ceniza, Da Inicio Al Tiempo De Cuaresma


Es importante indicar que, el miércoles de ceniza es, el día que da inicio a la Cuaresma, y una buena definición sencilla sobre la Cuaresma la encontramos en el libro Hablar con Dios: “Tiempo de penitencia y renovación interior para preparar la Pascua del Señor.” En un discurso Juan Pablo II, nos dice: Que la práctica del miércoles de ceniza, está estrechamente relacionada con el “arrepentimiento” y la “penitencia”. De esta definición de Cuaresma encontramos varias palabras claves: penitencia, renovación y Pascua, lo que nos permite entender a qué nos referimos: cuarenta días donde nos preparamos por medio de penitencia y conversión para recibir la resurrección de Jesucristo. Todo esto nos lleva a que, la Cuaresma tenga sentido sólo en virtud de la Pascua, ya que no podríamos prepararnos en penitencia y conversión si no fuera por nuestro encuentro con Cristo resucitado.  Así que, partimos de dos realidades bíblicas: La resurrección de Cristo representa la victoria de Dios sobre el pecado y debemos aspirar a ella como centro de nuestra fe “¡Si no hay resurrección, Cristo no resucitó! Y si Cristo no resucitó, es vana nuestra predicación y vana también la fe de ustedes”. (1 Cor 15, 13-14). Para llegar a ese encuentro con Cristo debemos prepararnos y despojarnos del hombre viejo por medio de un cambio. Cabe indicar que, la conversión es un proceso, en la vida del hombre (llámese hombre y mujer), es decir; es la operación del Espíritu Santo, en nosotros, y la misma inicia con el sacramento del bautismo, que nos hace partícipe de una vida de fe, dándonos la bienvenida a la iglesia, la gran familia de Cristo, y toma continuidad con un encuentro personal, con Jesús y, finaliza el día de la muerte, ya que, siempre, hay algo en nosotros, de la naturaleza caída que, debemos cambiar o mejorar. Es por ello que, se hace necesaria la transformación continúa, del hombre viejo al hombre nuevo, en cristo Jesús.

También, es importante indicar que, la palabra conversión es, un término con origen en el latín conversio que hace referencia a la acción y efecto de convertir o convertirse (hacer que una persona o una cosa se transforme en algo distinto de lo que es en primer lugar).Según el catecismo de nuestra iglesia católica, nos habla de una primera conversión, y nos dice:  La conversión a Cristo, el nuevo nacimiento por el Bautismo, el don del Espíritu Santo, el Cuerpo y la Sangre de Cristo recibidos como alimento nos han hecho "Santos e inmaculados ante Él" (Ef 1,4), como la Iglesia misma, esposa de Cristo, es "Santa e inmaculada ante Él" (Ef 5,27). Sin embargo, la vida nueva recibida en la iniciación cristiana no suprimió la fragilidad y la debilidad de la naturaleza humana, ni la inclinación al pecado que la tradición llama concupiscencia, y que permanece en los bautizados a fin de que sirva de prueba en ellos en el combate de la vida cristiana ayudados por la gracia de Dios (cf DS 1515). Por otra parte, es importante indicar que, el número cuarenta simboliza tiempo de cambio, de preparación, de prueba. Cabe indicar que, la simbología del número 40 en la biblia se da en diferentes tiempo en la historia de la salvación, como: Los cuarenta días de Jesús en el desierto, (Mt 4, 1-2), el diluvio; cuarenta días y cuarenta noches, (Gen 7;4), Moisés permaneció en el monte cuarenta días y cuarenta noche ( Ex 24;18), Los cuarenta años de los israelitas en el desierto, (Deu 8;2), Elías camino cuarenta días y cuarenta noches, (1 Re 19; 8).

Por otro lado, es importante señalar que, la señal de la cruz con la ceniza sobre la frente de los fieles simboliza nuestra conversión a Cristo y nuestro reconocimiento de la fragilidad de nuestra condición. Al respecto se ha dado una polémica sobre qué base bíblica tendría esto. Hay una cita que sirve de base para explicarlo en el Antiguo Testamento: y Yahvé le dijo: «Recorre Jerusalén, y marca con una cruz la frente de los hombres que gimen y lloran por todas las abominaciones que se cometen en ella.» (Ez 9, 4). Las palabras
que nos dice el ministro al colocarnos la ceniza: “Conviértete y cree en el Evangelio” ¿No son parecidas a lo que predicaba Jesús cuando anunciaba la venida del Reino de Dios? (Mc 1, 15; Mt 4, 17) o la otra fórmula: “¿Acuérdate que polvo eres y al polvo haz de volver” tomada de (Gen 3, 19), es un recuerdo de nuestra condición mortal, que nos debería hacer reflexionar sobre nuestra búsqueda de Dios?. Además, es importante mencionar, por que, a la ceniza, se le asocia al polvo, simbolizando a la vez el pecado y la fragilidad humana. En el Antiguo Testamento también prevalece esta idea. El pecador es ceniza (Cfr. Sab 15,10; Ez 28,18). Para simbolizar esto, el pecador se sienta sobre la ceniza (Job 42,6; Jon 3,6; Mt 11,21), y se cubre con ella la cabeza (Jdt 4,11-15; 9,1; Ez27,30). Cabe destacar que, la ceniza finalmente nos recuerda que somos mortales, que fuimos creados del polvo y a él volveremos (Gen 3, 19), por lo cual, debemos aspirar a vivir la resurrección del Señor, como un signo de victoria sobre el mal, el cual no tendría mejor señal para nosotros que la cruz de Cristo (Col 2, 14-15). Pidamos al buen Dios la gracia de un verdadero arrepentimiento, una verdadera conversión, en este tiempo de cuaresma. Amén

Referencias Bibliográficas:

Biblia De Jerusalén

Biblia Latinoamericana

Santa Biblia

Comentarios